El umbral de la eternidad by Ken Follett

El umbral de la eternidad by Ken Follett

autor:Ken Follett [Follett, Ken]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2014-09-16T04:00:00+00:00


33

LA abuela de Dimka, Katerina, murió de un ataque al corazón a la edad de setenta años. La enterraron en el cementerio de Novodévichi, un pequeño parque lleno de monumentos y discretas capillas.

Todas las lápidas estaban cubiertas por una hermosa capa de nieve, como si fueran porciones de pastel con cobertura de nata.

Ese prestigioso lugar de reposo estaba reservado a los ciudadanos más destacados; Katerina tenía un sepulcro allí porque un día el abuelo Grigori, héroe de la Revolución de Octubre, acabaría enterrado en esa misma tumba. Habían estado casados durante casi cincuenta años.

El abuelo de Dimka parecía aturdido, como si no entendiera nada mientras veía cómo metían a la compañera de toda su vida en la tierra helada.

Dimka se preguntó qué debía de sentirse al haber amado a una mujer durante medio siglo y perderla de pronto, en lo que dura un latido.

—Qué afortunado he sido de tenerla. Qué afortunado… —no dejaba de repetir Grigori.

Un matrimonio así debía de ser lo mejor del mundo, pensó Dimka.

Se habían querido y habían sido felices juntos. Su amor había sobrevivido a dos guerras mundiales y a una revolución. Habían tenido hijos y nietos.

¿Qué comentaría la gente sobre su propio matrimonio, se preguntó, cuando lo enterraran en Moscú, quizá al cabo de otros cincuenta años? «No digas que un hombre es feliz hasta que haya muerto», había escrito el dramaturgo Esquilo. Dimka había escuchado esa cita en la universidad y siempre la recordaba. Las promesas de juventud podían verse malogradas por una tragedia posterior; el sufrimiento solía verse recompensado por la sabiduría. Según la leyenda familiar, la joven Katerina había preferido al hermano de Grigori, el maleante Lev, que había huido a Estados Unidos y la había abandonado estando ella embarazada. Grigori se había casado con Katerina y había criado a Volodia como si fuera su hijo. La felicidad de la pareja había tenido unos comienzos adversos, lo cual demostraba que Esquilo tenía razón.

Un embarazo inesperado había motivado también el matrimonio del propio Dimka, así que tal vez Nina y él pudieran terminar siendo tan felices como Grigori y Katerina. Eso era lo que Dimka anhelaba, a pesar de lo que sentía por Natalia. Cómo le habría gustado olvidarla…

Miró al otro lado de la tumba, donde estaban su tío Volodia y su tía Zoya con sus dos hijos adolescentes. Zoya, a sus cincuenta años de edad, era una mujer de belleza serena. Ahí tenía otro matrimonio que parecía haber encontrado una felicidad duradera.

En el caso de sus padres no lo tenía tan claro. Su difunto padre había sido un hombre frío. Quizá fuera a consecuencia de haber trabajado para la policía secreta: ¿cómo podía alguien que desempeñaba una labor tan cruel mostrarse cariñoso y comprensivo? Dimka contempló a su madre, Ania, que lloraba por haber perdido a la suya. Le parecía que era más feliz desde que había muerto su marido.

Miró a Nina con el rabillo del ojo. Se la veía solemne, pero no había llorado. ¿Era feliz casada con él? Ya se



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